lunes, 14 de marzo de 2011

Ley de la gravitación.

Tantas veces ese transparente mapa hacia la luz y la realidad se ha visto inundado. Caudal de agua marina que me ciega, a mí, a mis sentidos. La opacidad se convierte en visión, en cataratas saladas de mínima caída guiada por la gravedad, de caída al abismo de los sentimientos.

La gravitación de los sentimientos

jueves, 7 de octubre de 2010

Me echo de menos

No hace demasiado aún cuando creía que todo era constante, eterno, inmutable, cuando me sentía fuerte frente al viento, cuando las hojas me rozaban el cuerpo y yo era capaz de apartarlas, cuando mi paraguas imaginario me protegía de la lluvia de la mente pese a las continuas gotas cayendo desde mi empapada ropa, cuando las situaciones no eran más que inventos, buenos, malos, pero superables, cuando yo era la que siempre había sido y no había otra distinta; quizá fuera la distorsión del tiempo, el paso de las manillas del reloj sin verme a mí misma, la distancia a la que me encontraba de los misteriosos sentimientos que acechaban mi ser desde el origen de estos, quizá fuera cualquier quizá.

Todo esto es un laberinto con una entrada difusa y distorsionada que confunde y no deja avanzar, cada paso dentro de éste hace que la duda sea la protagonista, hace que mi ·yo· imagine, invente y recree contra sí mismo. Hay un freno que no me deja dar pasos, no me deja andar, una fuerza me echa hacia atrás, me coge del hombro queriendo convencerme, dice que en realidad no hay salida, que todo no es más que una ilusión vaga, que el mundo es así, colérico, enfermizo, dueño de sí mismo siendo siendo yo uno de sus subordinados, que el cielo es simple, grisáceo, que el color azul no existe en él ni los rayos de sol reflejándose sobre nosotros; únicamente quiero tomar yo la decisión, saber llegar a la salida, llegar al mundo real, al de mis sonrisas y mi querer por todo, el de mis superaciones y autoreconocimientos, el de la satisfacción por lo hecho por uno mismo.

Sin más, me echo de menos, a mi ·yo· en sí, a mi esencia, a mi idea, a mi.

viernes, 9 de julio de 2010

Resumen de un año

amor.
(del lat. amor. -oris).

Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para vivir, comunicarnos y crear.


, la inspiración.

martes, 18 de mayo de 2010

Difusión



Las manillas del reloj no cesaban, tic-tac, el más mínimo ruido parecía una explosión en mi mente; el calor era sofocante, no podía ver más allá de mi brazo extendido, lo demás era abstracción, cuerpos deformes tras las arrugas del mapa de la vista; las sábanas y mi piel estaban cosidas, me retenía algo y quería que las culpables fueran esas sábanas a las que estaba atada, pero tanto ellas como yo sabíamos que el impedimento era mayor, tan grande que ni en mi subconsciente cabía, llegaba a desconcertarme, me asustaba, huía dentro de mi cada vez que lo buscaba; la efervescencia de aquella pastilla subía por los escurridizos bordes del vaso de cristal, cada trago era una puñalada en la garganta, hervía, notaba como el vaho de éste subía hasta llegar y ahogarme, incluso ese humo me invadía y podía conmigo...

Indistinción entre lo natural y lo sobrenatural

miércoles, 28 de abril de 2010

Al mal tiempo, buena cara.

'Espero que te hayas levantado mejor, que no tardaras en dormir, que tus lágrimas no mojaran la almohada, que terminases la noche mediosonriendo, cerrando los ojos y soñando, espero que te hayas levantado con otros ojos, brillantes, aunque no sean de plena felicidad pero me conformo con que no sean de tristeza e impotencia. Siempre te echas la culpa de mis días tontos, de mis 'no puedo dormir', de mis temporales decaídas de ánimo, de mis días nublados, como diría Borges al final del relato de Emma Zunz -Verdadero era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombre propios-, aquí las circunstancias no tienen una explicación fenoménica, ni siquiera la hora es relevante, ni existen nombres propios en esta historia. Si hay algo por lo que debas atribuirte la culpa no debe de ser mas que por los escalofríos que me das, por dibujarme la sonrisa con solo escucharte, por hacerme imaginar tus cosquillas, por subir al bus, ponerme la música, tu música y desconectar de lo que me rodea, por ver que cualquier muro, por alto que parezca es superable. Ahora hablamos, no he parado de pensar en este tira y afloja desde que he conseguido levantarme de la cama, el frío me ha impedido dormir bien, no importa. Llegas en una semana, adiós al constante frío de mi cama, de mi habitación, de mi interior.'


Green eyes.

viernes, 12 de marzo de 2010

Muere Miguel Delibes a sus 89 años.



Ninguno de los dos éramos sinceros pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: Aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos de la mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.

jueves, 11 de marzo de 2010

Mis mañanas.

No hace tantos días desde que parece que ese cielo me llama, me arrastra hasta la ventana y hace sentarme en el alfeizar, o únicamente tumbarme sobre mis rojas sábanas sintiendo cómo el aire empieza a correr entre mi pelo enredándose en él, cerrándome los párpados con suma delicadeza y escondiéndose dentro de mi ropa. Hace que sienta que hasta la más mínima partícula de esa substancia, de vida, se apodera de mi, hace que mi otro ser vuele, vuele tan alto que no sea capaz de controlarlo, de alcanzarlo, ni siquiera se enconde, sabe que no puedo seguirlo. Las hojas de los libros pasan una tras una, siempre me gustó escucharlas y olerlas mientras las pasaba cuidadosamente al leer la última palabra impresa en cada una de ellas, tanto las nuevas , las relucientes, como aquellas tan frágiles al borde de romperse, huelen a otro mundo, huelen a libertad, a todo tipo de libertad.